martes, 18 de mayo de 2010

Comentario de “Un espejo por fin despedazado” de Miguel Oscar Menassa, Candidato al Premio Nobel de Literatura 2010



Dali 1945 - My Naked Wife Watching Her Body


Dudar, estar seguros; crear, destruir; dar, recibir; ser, hacer. Una herida en el centro del mito, una ruptura de la polaridad donde hay vida, hay muerte, hay muerte en vida y vidas en la muerte. Sin embargo:

“Para encontrarse con la muerte, se necesita,
haber aprendido algo del amor:
Ni huir. Ni arremeter contra nada.
Aprender a conversar tranquilamente.
enseña el amor.”
MOM. Del Poema El Verdadero Viaje

Una decisión, estar enamorados sin empobrecerse hasta el enamoramiento. Enamorarse de otras imágenes con la ruptura de la imagen perfecta en el espejo para llegar a los proyectos, a las ideas, a conversaciones con ese otro desconocido-conocido, perfecto- imperfecto, diferente-semejante.

El psicoanálisis deja caer al sujeto al agua sin que se estrelle en la caída y distorsiona su imagen reflejo hacia formas inimaginables de nadar, hacia la construcción de conversaciones con palabras nuevas. Dejar que sea otro quien nos invente, otro con un saber que de cuenta de la muerte del mito de Narciso, que deje florecer al sujeto en uno de los aspectos más fundamentales de lo humano que alumbra el Psicoanálisis, ser comunitario.

Y en este ser comunitario, en el flujo de energía de proyectos construidos por el grupo, la duda no paraliza, la seguridad no enceguece; la creación nos introduce en la cultura y la destrucción en la continuación del amor, donde “Para que algo nazca, algo tiene que dejar de vivir”. Y dar no es precisamente lo que nos pertenece, y recibir es más de lo que esperamos; el ser solo es cayendo, en transferencia y por interpretación, y el hacer, trabajo comunitario del hombre como ser mortal.

Menassa, en estos versos escritos sobre el año 77, casi prosaicos por la influencia del escritor Mayakovsky, escribe otra historia frente al mito de Narciso para quien sea capaz de soportar la incertidumbre de nadar incansablemente sin saber, en realidad, lo que se encontrará en la otra orilla, si es el caso de que se llegue a ella. Nos ofrece desviar la mirada del sopor materno hacia el mundo, despedazar el espejo donde nos contemplamos, día a día, noche tras noche como si el tiempo fuera un regalo divino ya otorgado por la benevolencia del vivir, y sumergirse en lo múltiple para que cada momento sea un nuevo florecer para el amor en la incompletud del ser humano. La generosidad frente al egoísmo donde nada preexiste. Pero si ya lo imaginaron, habrá que construirlo bajando del castillo de la fantasía delirante de un destino inmortal, hacia la vida en mortalidad donde nos unen las palabras, nadando.

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